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MI PRIMER AMOR

«El que ha inaugurado entre vosotros esta buena obra, la llevará adelante»

Filipenses 1,6



Cuando llegué a la parroquia tenía 35 años. Ahora, siete años después, me ha tocado ir a otro pueblo. De Montornès, al llegar, conocía poco; hoy, al marchar conozco mucho. Dejo entre vosotros a muchas personas queridas, algunos, verdaderos amigos. Estoy muy agradecido a Dios por este tiempo que hemos compartido juntos.


En estos 7 años en Montornès hemos conseguido iniciar un proceso de renovación parroquial precioso. Con un equipo de feligreses hemos definido una visión parroquial, 5 áreas donde enfocarse para que cada miembro sea más buen cristiano y mejor comunidad cristiana. Hay una estructura y una dinámica positiva. La parroquia se ha llenado de familias jóvenes, niños, adolescentes y jóvenes. Y lo mejor de todo, entre todos hemos conseguido que la parroquia sea una familia. Aquí la gente se ama.


En todo grupo humano es necesario vivir jornadas gloriosas para seguir adelante en su proyecto. Desde una familia, pasando por una empresa o un club, todos agradecen lo que podemos llamar un día para recordar. En este sentido, las parroquias no somos una excepción, y juntos hemos vivido muchos días para recordar, días gloriosos de fe y de comunidad.


En las parroquias trabajamos mucho para levantar comunidades vivas y renovadas. El día a día es la clave, pero hay jornadas que son memorables y dan sentido a todo ese esfuerzo. Sin embargo, esos hitos parroquiales, esos logros y mejoras que hemos ido consiguiendo, no se pueden llevar a cabo sin la implicación de muchos.


En los equipos siempre hay los que se conocen como personas “de club”. Esos se caracterizan por sentir los colores, por estar para todo lo que haga falta, por cuidar a los que ya están y para acoger a los nuevos. Son personas entrañables, siempre suman y animan a que otros se sumen. Hacen equipo, los nuevos ven en ellos que estar ahí merece la pena, porque encarnan la esencia de lo que es ese club.


La Iglesia es mucho más que un club, pero siempre ha contado con esas personas “de club”, que la aman y que aman profundamente su parroquia; personas de mirada limpia, de sonrisa amable, de brazos abiertos, que quieren compartir su amor a Dios y a la Iglesia con alegría. Esos son los que suman y crean el futuro, los que hacen realidad los sueños de Dios. Y de estos he tenido un montón en estos años.


Cuando supe que iba a ir a Parets, al principio fue duro. Pero esa misma mañana recuerdo experimentar, con gran fuerza, que soy sacerdote para la Iglesia. Somos discípulos del Señor y Él nos envía unos años aquí y unos años a otro lado. Recuerdo bajar la cabeza, rezar y levantarla para decirle que donde sea, que donde me mande allí querré ir. De modo que así lo vivo. Voy a seguir ayudando a su Iglesia: unos años en Montornès, unos años en Parets y unos años donde Él me diga.


He de deciros que a nivel más íntimo y personal, siento claramente que Montornès será siempre mi primer amor. Cuando piense en las parroquias de Sant Sadurní y del Carmen, y de hecho ya me pasa, se me van a despertar unos fuertes sentimientos de cariño, alegría y esperanza.


Desde aquí quiero agradecer muchísimo la respuesta enormemente generosa y comprometida de tantos. Nosotros pasamos y vosotros os quedáis; sois vosotros los que ahora, guiados por Mn. Arturo, tendréis que hacer que la parroquia siga creciendo. Yo he sido un afortunado de haber compartido todo esto con vosotros.


Bien, podría seguir escribiendo muchas líneas más, pero acabo. A vosotros os toca seguir escribiendo el futuro de vuestras parroquias y a mí me toca ayudar a hacer lo mismo en Parets. Digo como san Pablo: “que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena obra, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús. Esto que siento por vosotros está plenamente justificado: os llevo en el corazón” (Filipenses 1,6-7).


GRACIAS POR TANTO.


Un abrazo y que Dios te siga bendiciendo. :)


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