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TÚ DECIDES (PERO MEJOR CON DIOS)

“Hágase en mí según tu palabra”

Lucas 1,38



Cuántas veces tomamos decisiones sin “tenerlas todas”, sin tenerlo todo atado, sin estar seguros al 100 %. Y al final, a pesar de las dudas y las complicaciones, muchas veces, las cosas salen para adelante, y muchas veces bien.


La duda nos agobia. Y es muy humano sentir agobio, temor y hasta miedo. Pensamos si es la decisión correcta, si no nos estaremos arriesgando demasiado, si saldremos adelante con todo. Piensas en el negocio, el proyecto o el matrimonio. Pero la duda forma parte de nuestra vida.


Y con la duda viene la decisión. En la vida tomamos decisiones constantemente. Algunas son de más relevancia que otras. Pero a veces, según qué decisiones nos colapsan y disparan en nosotros como un volcán de emociones y pensamientos no fáciles de controlar. ¿No es cierto? ¿No te ha pasado alguna vez? Muchas veces, puede que pienses. El caso es que todos tenemos que tomar decisiones y es bueno asumirlo.


A veces sentimos que las tomamos un poco a ciegas, pero es una trampa. Porque siempre, con cualquier decisión, asumimos un porcentaje de riesgo y eso no es "decidir a ciegas". Simplemente tengo un mínimo suficiente; me refiero que tengo un mínimo de puntos a favor sobre esa decisión, que son de suficiente peso como para asumir el riesgo de lo que no veo claro. Como no puedo adelantar lo que pasará, ya me he entrenado en ello y asumo el riesgo que conlleva cualquier decisión.


Dos grandes ejemplos de confianza son Abraham y María. Dios le dice a Abraham: “Sal de tu tierra” (Gn 12,1). Tú ponte en su cabeza; seguro que le dirías algo así como: “Pero Señor, '¿ir a dónde?'”. Y seguro que Dios te diría algo así como: “Ya lo verás. Yo te lo mostraré. No tengas miedo. Confía”.


A María se le aparece el ángel Gabriel y le explica el plan de Dios, que no era su plan: “Concebirás en tu vientre (...) El Espíritu Santo vendrá sobre ti (...) el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios” (cf. Lc 1,30-38). Pero María escucha y se fía. Estoy seguro que María se apoyó grandemente en esa expresión: “porque para Dios nada hay imposible” (Lc 1,37).


Ahí está un gran aprendizaje: que los planes de Dios los hagas tuyos, porque los suyos siempre salen, y salen bien.


Tal vez en estos días o semanas o meses próximos, tengas que tomar una de esas decisiones de peso, importantes, trascendentales, para tu vida, o puede que también para la vida de los tuyos. Te animo a arriesgarte, asume ese mínimo suficiente pero no seas temerario, háblalo con Dios. Da el paso, pero no un salto al vacío.

No lo olvides: confía, pero antes asegúrate de que tu decisión sea movida por Dios.


Para acabar, esta semana te propongo tomar decisiones, como Abraham o María, desde Dios y con Dios. Para ello, reza las decisiones, hazlo en un clima de oración, háblalo con gente sensata, sabia. Te puede ir bien hablar con algún sacerdote. Si le conoces perfecto, si no, puede ser la ocasión para tener su contraste y valoración.


Si quieres mirar una charla sobre la confianza y la esperanza, aquí tienes una pequeña ayuda, sobre todo desde el minuto 15, que es cuando se escucha mejor: ESPERANZA2. Cuando la vida duele.


¡Ánimo todos!

P. D.: Si te ha gustado el texto, dale al corazón que hay abajo a la derecha.


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