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TENER UN PROYECTO DE VIDA

“Reconozco que lo puedes todo, que ningún proyecto te resulta imposible”

Job 42,2



Este fin de semana, en una de las parroquias del pueblo hemos presentado el proyecto parroquial de la Visión. Entre otros beneficios, algo bueno que tiene un proyecto, es que nos focaliza.

Sin embargo, nos puede pasar a todos que vivamos sin proyecto vital. De hecho, se puede vivir perfectamente sin un proyecto personal o comunitario, pero se avanza menos que si lo tuviéramos.


No debiéramos vivir sin un proyecto de vida. Os comparto una experiencia que tuvieron una de mis hermanas y mi cuñado. Tuvieron entrevista con el tutor de su hija y salieron muy contentos, pero sorprendidos. El caso es que les interpeló mucho la pregunta que les soltó al principìo del encuentro el maestro. Fue una pregunta directa, no fruto de la improvisación. La pregunta en cuestión fue: ”¿Cuál es vuestro proyecto de familia?”. Ellos se quedaron pasmados. Y le respondieron, porque tienen claro lo que quieren como matrimonio y familia, para el bien de su hija, con unos principios muy claros desde siempre, etc. Pero no lo tienen escrito, no lo tienen plasmado como proyecto de familia, no lo tienen como algo oficial.


Ciertamente, su puede vivir perfectamente sin un plan personal o familiar. También se puede llevar una vida bien orientada, teniendo más o menos el proyecto en la cabeza. Pero, cuando lo ponemos por escrito ya es otro nivel, es como que la cosa va en serio. Es como quien escribe la dirección en el gps y ya no se dice para sí mismo “Voy para allá”, sino que todos saben hacia dónde se dirigen y pueden decir al unísono: “Vamos para allá”.


No todo proyecto es bueno. Es como la felicidad: no todo vale para ser feliz. Si le preguntas a un ladrón si está feliz por haber robado, te dirá que sí; total, ha conseguido lo que se proponía... Si le preguntas a uno que vive para ganar dinero si está feliz de tener más que otros, te dirá que sí; total, le habrá costado el divorcio tal vez, y arruinar su familia, pero ha conseguido lo que se proponía…

Por eso, es importante tener claro que debemos responder no a los caprichos, sino a los deseos más profundos y nobles del corazón. Debemos buscar motivaciones buenas, inversiones personales de vida eterna, gastar energía en lo que nos ennoblezca.


Por si te pueden ayudar, te comparto 3 preguntas.


La primera: ¿Señor, para qué me has creado? Tómate tu tiempo, rézalo, respóndele (a Dios) y escríbelo en tu cuaderno personal.


La segunda, y en el caso de que tengas clara tu vocación: ¿Señor, cómo debo ser para vivir bien mi vocación?


La tercera: ¿Qué debo hacer para responder bien a mi vocación personal?


Si respondes a estas preguntas, vivirás más focalizado. Deberías concretarlo después en tu día a día, cómo llevarlo a cabo y cómo evaluarlo. Para ello, te aconsejo un sacerdote o alguien sensato, cristiano, con quien puedas contrastar tus respuestas y con quien busques hacer la voluntad de Dios en tu vida.


Vivir con un proyecto tiene beneficios. La semana próxima hablaré de esto.

Para acabar, esta semana te propongo rezar con estas preguntas y escribir.

Pa’lante...

¡Ánimo todos!

Feliz semana y que Dios te siga bendiciendo. :)

P. D.: Si te ha gustado el texto, dale al corazón que hay abajo a la derecha.


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