Antes de escoger la carrera universitaria un entrenador me recomendó mucho ser maestro especialista. A los jugadores se les anima a ser muy buenos en una posición. A los médicos, también se les prepara para especializarse en una área.
Por otro lado, me admiran aquellos maestros que saben de todo; aquellos que suplen a un compañero maestro y solo tienen que dar un vistazo al tema que están haciendo para continuar la clase, sea la materia que sea: Matemáticas, Inglés, Castellano, Historia o Música. O aquellos jugadores polivalentes, que tanto gustan a los entrenadores y a los compañeros, porque no son un 10 en nada pero sí un 8 en todo. Y qué decir de aquellos médicos especialistas en Dermatología, pero que también saben mucho de Traumatología, de Pediatría o de Oncología, y que están al día de la investigación en cualquier área de la Medicina. Fantásticos. Estos no son especialistas, son completos.
Pienso que especializarse nos permite ser muy buenos en algún tema, pero a la vez nos empobrece. Por eso, como me gustaría que nosotros, como cristianos y como comunidad nos diéramos cuenta que no tenemos que ser "especialistas" sino "completos". Porque no basta con rezar, o leer la Biblia, o amar, en genérico, o ayudar en un servicio en la parroquia. Todo esto está muy bien, ciertamente, pero nos hace falta avanzar algo más. Necesitamos ser cristianos completos. Pero llegados a este punto nos preguntaremos ¿qué nos puede ayudar a hacernos más completos...?
En los Hechos de los Apóstoles, tenemos una de las claves: Hechos 2, 42-47. En este fragmento y encontramos la gran clave para ser un cristiano y católico completo. En estos versículos encontramos las 5 dimensiones o áreas en las que todo cristiano está llamado a crecer: la evangelización, la fraternidad, la formación, el servicio y la oración. Un proyecto de vida apasionante, para ser profundamente cristianos y vivir como cristianos. La idea no es ser especialistas sino completos.