“Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma”
Colosenses 3,23
Cuando era pequeño y empezaban a llegar al buzón revistas de material escolar y ropa para el nuevo curso, me ponía malo. Eso de “La vuelta al cole” me sonaba no sé si a película de drama o de terror. ¡Estaba llegando el final de las vacaciones…!
Hace una semana, una niña senegalesa de 9 años, de ojos vivos, que estaba en la cola de Cáritas, me dijo que estaba deseando volver al cole, cosa que me pareció humillante, al pensar en mí cuando tenía su edad. Su sinceridad al decírmelo me cuestionó. Le pregunté por qué tenía ganas de volver al cole (oh, expresión maldita…), y me respondió que por volver a ver a sus amigas, por jugar con los de su clase, por volver a ver a las maestras, por aprender cosas nuevas… En fin, me hundió en la miseria al compararme con ella a su edad.
Ciertamente, ya hablando en serio, es algo hermoso poder empezar un nuevo curso. Estrenar a todos nos gusta. Estrenar un curso, aunque al principio cueste un poco (o mucho…), es bonito. Ante nosotros se abren miles de posibilidades, y eso es tremendamente motivante. Detrás queda un año y medio de pandemia, con lo que haya significado para cada uno de nosotros.
Esa niña me recordó que lo que a veces a algunos nos parecía un “rollo”, para otros es un “chollo”. Por cierto, el último día que vino a hacer cola con su madre y hermanos pequeños -ella es la grande-, me dijo que había hecho una lista con sesenta y tres cosas que le gustaría hacer durante el verano.
Más allá de la ternura que nos pueda despertar esa niña, yo os diría que empecemos este nuevo curso con buen ánimo, con corazón agradecido a Dios y con ganas de aprovecharlo bien, para dejar un mundo mejor para nuestros hermanos que están y que vendrán.
¡Ánimo a todos y buen curso!
Después del verano, vuelvo con un escrito semanal, que publicaré o domingo o lunes.
Feliz semana y que Dios te siga bendiciendo. :)
P. D.: Si te ha gustado el texto, dale al corazón que hay abajo a la derecha.